Por un lado el proceso electoral de 2006 es uno de los acontecimientos más significativos de nuestra historia reciente.
Es muy probable que mucha de nuestra realidad de hoy tenga su génesis en lo sucedido durante ese periodo, que todavía me parece tan desconcertante y enigmático.
Por el otro lado, me pareció un marco fascinante para retratar el hecho de que la información no es unívoca.
Los mismos hechos pueden ser interpretados de muchas formas y llevarnos a conclusiones distintas e incluso opuestas. Y esta circuntancia se acentúa mucho más cuando el sesgo con que se trata la información es consciente e intencional.
Estoy convencido que pocas veces hemos podido ver con más claridad este fenómeno que durante el proceso electoral del año 2006.