Donde empieza la noche de ningún modo trata de descalificar al periodismo, todo lo contrario: desde mi perspectiva es uno de los ámbitos profesionales más importantes para entender la realidad que se nos vendrá en los próximos años.
Con la sobreabundancia datos y publicaciones, el buen periodismo es fundamental para discernir y jerarquizar la información y así poder, como lectores, hacernos una idea más clara de la realidad.
Pienso también que el buen periodismo, lejos de ser imparcial, es aquel que tiene ideología, que defiende ciertos criterios por encima de otros, que entiende el mundo de cierta manera y es consciente del tipo de verdad que pretende defender, aceptando las consecuencias de esa postura.
Pero, también hay que decirlo, la práctica del buen periodismo tampoco está disociada del deseo de satisfacer el propio interés, como no lo está en ninguna otra profesión.
Donde empieza la noche no habla de buenos y malos periodistas, sino que pretende retratar al profesional que, si bien la mayor parte del tiempo busca mostrar la que considera la mejor versión posible de la verdad, en ocasiones intenta obtener un beneficio personal o imponer los intereses de la empresa para la que trabaja.
En el caso de la novela, tomemos como ejemplo a Leonardo Herrera, que si bien es un profesional competente, experimentado y capaz, que en poco tiempo posiciona los medios que dirige como referentes en sus sectores, en ocasiones debe responder a ciertas directrices que le son impuestas.
El periodista, como cualquier otro profesional, tiene ideales, convicciones, valores éticos y morales, al mismo tiempo que tiene necesidades e intereses, que es movido por ambiciones, que posee sueños y deseos, algunos de ellos inconfesables.
Y es la amalgama de todo ello lo que produce a cada profesional, a cada individuo en lo particular.
Más que una crítica a los medios de comunicación o al periodismo en general, Donde empieza la noche propone que el lector asuma una mayor responsabilidad.
Se trata de contrastar versiones, de abrirnos a ideas diferentes, de reflexionar acerca, no sólo de lo que una nota dice, sino de sus posibles intenciones ocultas, para así forjarnos una opinión personal crítica y no tan sólo una reacción emocional ante lo que escuchamos o leemos.
Esta actitud crítica es, a mi manera de ver, la mejor vacuna contra la manipulación y la mentira, y al mismo tiempo la mejor medicina para ampliar nuestra visión del mundo antes de sacar nuestra propia conclusión.