¿Por qué leer una ficción cuando la realidad es tan abrumadora?

En principio justamente por eso, porque la realidad nos desborda y no es posible ni segmentarla ni ponerle fronteras para poderla entender.

Mientras que la ficción, al ser en sí misma un universo cerrado, con principio y final, se convierte en un vehículo muy eficaz para confrontar las distintas posibilidades de comportamiento humano como si habláramos de un laboratorio de humanidad.

Mientras que los hechos que ocurren en el mundo ordinario simplemente “son”, las ficciones literarias, al ser construcciones intelectuales, poseen ideas y situaciones que al mismo tiempo que los hacen análogos con los del mundo real, nos permite explicarlos, entenderlos y, lo más importante: experimentarlos.

La ficción literaria, antes que ninguna otra cosa, es una experiencia. Cuando nos sumergimos en una novela, dejamos de llevar a cabo una mera actividad intelectual para iniciar un viaje al mundo imaginario propuesto por el autor. Y la experiencia es tan real y tan transformadora como lo sería un auténtico viaje a un país desconocido. No somos los mismos antes que después de una buena ficción literaria.

La ficción, a diferencia de la información, produce una experiencia emocional semejante a la vivencia concreta. Es una manera, quizá la más eficaz, para transformar ideas y conceptos en experiencias, en metáforas que podemos asimilar a través de vivirlas desde dentro de los personajes: llevar a cabo la acción, pero sin cargar con las consecuencias que conlleva realizarlas en el mundo real.

En la ficción literaria, a diferencia de los otros tipos de ficción, como el cine o las series de televisión, tenemos total cercanía con las situaciones y personajes al construirse la totalidad del universo narrativo dentro de nuestra cabeza, a partir de nuestro propio conocimiento, de nuestros propios prejuicios y de nuestra propia comprensión de la vida y del mundo.

Desde esta perspectiva, el texto se convierte en un manual de instrucciones que seguimos a partir de nuestra propia cosmovisión. Así, cada lector recrea el texto de manera única e irrepetible y lo lleva a cabo desde interpretaciones que le son significativas porque la materia prima radica en su propia interioridad.

Es entonces que tiene lugar el auténtico hecho literario, la verdadera existencia de la novela que surge a partir de la interpretación particular que cada lector hace desde su más profunda intimidad.

Donde empieza la noche, aun cuando se toman elementos de la realidad objetiva, no busca explicar la historia ni tomar partido por una parte o por la otra. Para analizar los hechos efectivamente sucedidos ya están los noticiarios, los periódicos y los libros de historia.

El objetivo de la ficción literaria es producir situaciones y personajes que funcionen como espejos donde podamos vernos, metáforas que nos permitan aprehender, con h, aspectos de la realidad que se nos escapan en lo cotidiano, experiencias que nos permitan conocer de primera mano distintas formas de pensar, de tal modo que podamos confrontar nuestras ideas y convicciones y así conocernos mejor a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.

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